Roce con sus padres: reclamos, palabras altisonantes. Ismael, 14 años: contagiado. “¡No creo en la familia; qué bueno que me voy a ir de este mundo!”, dijo a la enfermera. Le enviaban flores, imágenes de la banqueta que les servía de cama, los ayunos con una torta al día esperando noticias de su hijo. Al tiempo, sanó. “Ya creo en mis padres” -confesó a la enfermera.
-José Alfredo Torres-